Miro el argénteo de la luna
que apenas roza los adoquines de las calles
Calles silenciosas, entumecidas, deshabitadas
Cual si hubieran sido victimas
de un inmenso infortunio
Sin ellas saberlo
Por el despotismo
sometidas a libertad vigilada
Apropiándose de ellas la nada
Tomo un gran soplo de aire
y miro la efímera existencia
de las volutas de humo del cigarro
Al tiempo, entre mis dedos escapándose
A la soledad desvelada
sin avisar y sin consenso
pasearse por los adoquines descalza
Sin latido de vida
Sin forma
Ni alma