Sequé las lagrimas, y escruté el silencio
fundiéndose mi sombra con las sombras del salón
Y sin retornar al pasado
Sin que me removieran los recuerdos
Sin saber en que mirada
cuando me hubiera ido
seguiría viviendo
Sin importarme, lo que el destino me tuviera reservado
Ni que con mis suspiros llegaran a coincidir los astros
Sin sentirme culpable
de que la niña que llevo dentro
estuviese condenada conmigo a convivir
hasta que el tren decida partir de la estación
Di la vuelta al reloj de arena
comenzando esta a por el cristal
deslizarse lentamente
Mientras, la noche comenzaba a salir
del nido de la luna
dispuesta a ir bajando
la escarpada cuesta
Y todo mi ser se dejaba embriagar
por la ambrosía del sueño