De todo su ser emanaba
inquietud, melancolía, nostalgia
Creando una muralla entre ella
y el silencio nocturno
Dirigió su mirada al cielo infinito
buscando en él el halo del rostro de la esperanza
que engendros la dejaron encajonada
en una calle con nombre quebranto
Pero él hizo caso omiso
De su boca comenzó a fluir una diatriba
dirigida contra los meapilas
que asfixian el canto del herrerillo
que ningunean el verdadero yo
que tiñen el palpitar de la luz de los días
de negro crespón