La loba asceta
Se había caído
Se había levantado
Con su lengua
se había curado los arañazos
Ya no pedía, ni intentaba
Ya no pretendía, ni esperaba
Ahora no aguarda
a que nadie le diga lo que debe hacer
Ni responde a los dictados de nadie
Su mirada solo centrada
En el vuelo del águila, suelta, liberada
En el florecer de las amapolas silvestres
del ojo de faisán de verano
de la manzanilla de los campos
En el crepitar de las llamas
que misterio exhala
La loba solitaria
no llora la muerte
Llora por la perdida del yo
Por la vida que amor no contiene
Por los relojes de pared
que por las prisas
de darles cuerda se olvidaron
Por acordes y versos
que nunca la luz vieron
por la valentía no estar, ni ser
La noche estaba tranquila
Solo el universo y ella
Su esencia poco a poco
a las raíces de la tierra
conectándose