domingo, 30 de agosto de 2020

La vieja luna ©Julia Rubiera

 El tintineo del reloj me recordó 

que era la hora habitual de tomar mi café

de aspirar el humo del cigarro 

entre mis labios 

Salí a la terraza, y de pronto deparé en ella

La vieja luna, sola, sin amilanarse

al tedio de la noche enfrentada

desencajada, desgarrada

Sentí que me faltaba el aire 

que la pena me turbaba 

al saber que no me era permitido

fuertemente abrazarla 

Al menos

hasta que aquel denso silencio, cansancio y drama 

como los recuerdos, se desvanecieran en el aura 

Hasta que el mundo dejara de estar inanimado

La parca tras las pupilas, agazapada 

Paseo la mirada por la bóveda celeste 

y otorgo a mi alma, que cual estrella errante 

sin posición, ni lugar fijo 

vagara en busca del sosiego 

de las fontanas