El sonido rítmico de las teclas de la máquina de escribir
fraguándose en la oscuridad de la noche
liberando a las letras que por la mente
paseaban enfurecidas
en cernes de mudarse en elegía
Me exhortó a darme cuenta
que ya no soy lo que era antaño
Ahora solo me basta
en sentir mi piel impregnada
de lozana llovizna
A frente un café humeante
intercambiar verbos con el silencio
desvestir el sonido sincopado del tiempo
para verlo sin aderezos ni atavíos
A paso ligero alejarme
de las omisiones, de las alharacas
de las mentiras, de los miserables eufemismos
A buscar en las hojas caídas
en la insinuante silueta del mar
la respuesta a mi pregunta
¡¿ Que jodida religión, o zafia política
convirtió a este mundo
en un asueto grotesco de artificio ?!