Contemplaba el mar con los codos apoyados en la balaustrada
colmándose todo su ser de nostalgia que le despedazaba las entrañas
El destierro hacía amago de difuminar sus recuerdos
de acallar su deje, de aletargar su esperanza
Levantó la vista y sobre la línea del horizonte
le pareció distinguir el color verde de su comarca
volviéndose a sumergir en el oleaje
El expatriado sacó una foto del bolsillo de la chaqueta
y se lleva una mano al corazón
sujetando el tesoro que lleva ahí guardado
Las lagrimas que rezuman de sus ojos le corren por la cara
Mientras su alma dolorida se refugia en los recuerdos de su infancia
Los únicos que por el caciquismo y los ciclos
no fueron devorados